“Nunca me cansaré de escalar desde mi teclado los falsos muros que nos dividen, que nos vuelven intolerantes contra los más débiles o los extraños y que intentan impedir que la ética venza a la desidia, al abuso y a la viveza cotidiana. Ese es mi grito de guerra desde siempre, pues soy un guerrero dispuesto a dar la batalla. Así es mi revolución, la mía, y me importa muy poco las opiniones de los especialistas”.
César Rojas, 2007.
La primera vez que vi a César Rojas fue en una reunión comunal cuyo propósito olvidé cual era. Pero sí recuerdo la vehemencia y la pasión con las cuales este hombre defendía sus criterios. Eso me cautivó… Un año después, por lazos del destino, nos volvimos a encontrar. Él estaba dirigiendo su obra “La Trampa” y yo fui invitada como actriz a participar en esa producción del grupo Delphos. Después he tenido la fortuna de interpretar otros personajes suyos tanto en las tablas como en la televisión. Desde entonces, mi fascinación por César ha sido una constante en nuestra relación.
Respeto su amor profundo y entrega al teatro, admiro el empuje que le inyecta a sus proyectos, elogio su don natural de liderazgo, aplaudo su ímpetu y arrebato pero sobre todo, me conmueve esa rebeldía que nunca lo abandona y su afán romántico de lograr justicia…
Disculpen queridos lectores, si en esta ocasión luzco un tanto desbocada y no puedo sostener la necesaria neutralidad que un periodista debe tener pero es que… definitivamente César me cautiva…
- 25 años dedicados a la dramaturgia, dirección, docencia y gerencia teatral… ¿Qué dices de eso?
- Yo diría 40 años y serán más cada vez, si Dios lo permite, porque tengo muchas cosas que contar todavía, para dejarlas como un legado responsable que llegue a las generaciones de los siglos venideros, -a mis hijas, a mis nietos y a los nietos de mis tátara tataranietos- y ser reconocido como el autor venezolano que habló de los hombres y pasiones que le dieron forma a las calles y seres de nuestro tiempo, a riesgo de todo, generando controversias con lo que vio y contó, sin pudores falsos ni temores.
- ¿Fue inevitable el camino que tomaste?
- A los cinco, en el kinder de la maestra Chela y a los seis, en la escuela Francisco Pimentel, cerca de las esquinas del Carmen y Mamey, ya estaba en los actos culturales. A los siete años le pedí a mi tía Marlene que le dijera a mi mamá que yo quería formar parte de un grupo de teatro infantil profesional de una señora que se llamaba Lily Álvarez Sierra.
Eso fue un escándalo. Mi abuela llamó por teléfono a mi papá a su trabajo y fue al Guásimo a hablar con mi mamá. Tenían que tener cuidado conmigo. Un teatrero en una familia de gente decente- en un hogar cuyos miembros más osados lo que hacían era practicar boxeo, jugar fútbol o caballos, y las mujeres lo máximo a que se atrevían era a tocar el piano y bailar minuet - era inédito. La idea les aterrorizó y me pusieron en natación para ver si me olvidaba del asunto.
Pues bien, me hice buen nadador y hasta me gané un premio YMCA como mejor estilo libre del año, pero eso no calmó mi sed por el teatro. En lo que pude me le escapé a mi mamá y me fui al edificio Ambos Mundos, junto al cine Principal, en la Plaza Bolívar y allí di mis primeros pasos con la señora Lily.
A mí nadie me lo dijo, ni me lo enseñó, fue una cosa que yo presentí desde mi niñez temprana: el teatro era mi destino, porque yo no pude jamás ocultarlo, yo sentía su magia y como un unicornio supe que también era “heredero de los magos y que mi vida estaba hecha con los mismos hilos de los sueños”.
- ¿Cómo fueron tus comienzos?
- Yo me había graduado de técnico en electrónica y después de regresar de Francia, estuve visitando a José Simón (Escalona) en el Tajamar que ensayaba para entonces "Marilyn, la Última Pasión". Luego Carmelo Castro estaba fundando el grupo de teatro infantil Thalía y trabajé con él en "Amalivaca", una fábula- yo hice del Dios Indígena Amalivaca- Después dirigí "Plagio" y la desventura de algo llamado "Post Modernidad", un perfomance que hice para celebrar el aniversario del Thalía y me gustó tanto que me independicé. Escribí para un espectáculo que hacia Carlos Giménez ("La Máscara Frente al Espejo" sobre la vida y obra de Luigi Pirandello) y escribí un monólogo para Ricardo García, sobre un personaje que yo supuse que debió escribir Luigi para finalizar su obra póstuma inconclusa “Los Gigantes de la Montaña” y que bauticé con el nombre de "El No Nacido de Pirandello". Con eso y algunos diálogos más, nos fuimos al Festival de Teatro Breve, de Petare, con Wilmer Ramírez y Albanellys Mayz… y nos ganamos casi todos los Premios en esa oportunidad… Y lo que más me gustó de esto era que yo había escrito el texto y había concebido la idea del espectáculo.
- Háblanos de tu experiencia como “Regidor” en la Compañía Nacional de Teatro.
Ingresé en la Escuela de Arte de la UCV para aprender los nombres, los términos y las fechas exactas de las cosas que hacía. Allí conocí a Isaac Chocrón, quien en el examen individual sobre Shakespeare y después de asistir a una función de "El David Roto" -que hice con los promisorios Indira Páez, Daniel Álvarez, Carlos Mayorga, Corina Pérez, Adrián Bueno y María Daniela Campos-, me invitó a formar parte de su programa de formación de la CNT, oferta que me pareció atractiva y mucho más después de ver "La Tempestad" de Shakespeare, dirigida por Carlos Giménez. Ese montaje me esclareció. Era el teatro que yo quería hacer y -estaba seguro- que iba a hacer. Eso me persuadió definitivamente, me presenté en el Teresa Carreño a hacer la audición y sin muchas vueltas, fui seleccionado.
Confirmé, saliendo en escena en "Sainetes Venezolanos", "Una Viuda Para Cuatro", "Te Juro Juan Que Tengo Ganas" y "El Avaro" que me interesaba mucho más estar cerca del director en su proceso de gestación de puesta en escena, dirección de los actores y lo que en general llamamos producción del espectáculo, es decir, me llamaba mucho la atención el manejo de los conceptos con los que se levanta el edificio del espectáculo teatral. Entonces me reuní con Elaiza e Isaac y les propuse que me sacaran del programa de formación y que me colocaran como Regidor de la Compañía Nacional de Teatro. Aceptaron y me convertí en el Regidor Jefe desde "La Barca de la Gloria", de Ugo Márquez, "Los Negros Las Prefieren Negra" y el remontaje de "El Avaro", de Armando Gota; el remontaje de "Sainetes Venezolanos" de José Simón Escalona; "El Burgués Gentilhombre" de Molière, dirigido por José Ignacio Cabrunas. De España llegó Miguel Narros, el director del Teatro del Siglo de Oro Español a dirigir el "Don Juan Tenorio" de Zorrilla y yo fui su pupilo, para quedarme con el espectáculo; luego llegó "Yo también soy candidato", dirigido por Gilberto Pinto y "A Bailar Con Billo", dirigido por Joaquín Riviera, la revista musical más representada y celebrada en el Teatro Nacional. Hasta que llegó "Fuenteovejuna", dirigido por Carlos Giménez, la primera co-producción CNT y Rajatabla… recuerdo que el finado y querido Alexander Milic estaba refunfuñando porque yo le llamé la atención debido a que el pantalón del Comendador estaba demasiado apretado, cosa que le impedía caminar en el escenario. Carlos le advirtió a todos que yo era el segundo a bordo, que después de él yo y que si querían estar en la pieza debían obedecerme, porque yo no actuaba sino para bienestar de la obra. Santo remedio. Así viajamos a Italia, llegamos a Roma, de allí a Spoleto, luego Cagliari, donde salimos del teatro al aire libre en un teatrino romano. Carlos me pidió que le hiciera una propuesta de distribución de los elementos ya que no habían tramoyas para colgar las pantallas y la hice con la colaboración de Jesús Araujo y Pedro Pineda. Esa noche Carlos, en la mesa en la que estaba todo el elenco reunido, levantó su copa y brindó por mí, porque no sólo le había cambiado la distribución de los elementos, sino que le había mejorado la puesta en escena. Después él me llevaba a Rajatabla para ser su Asistente de Dirección.
Mi tiempo como regidor fue de aprendizaje significativo en acción. Son miles los cuentos y las historias que vi y viví… fue un período interesante de mi vida… peleé con tantos actores jóvenes y viejos, empujé a tantos meritorios, lidié con tantos directores, en pro del espectáculo; vi tantas miserias buenas para contarlas en piezas de teatro y dejarlas como aprendizaje a las siguientes generaciones; y del mismo modo presencié tantas bondades; escuché tantas ridiculeces, lloré y me reí tanto; manejé tantas producciones difíciles –que nadie quería- que asimilé lo que ninguna escuela en el mundo me podía enseñar sobre dirección y sobre el teatro viviente, el ardiente, el de acción… por eso pienso que algún día no muy lejano me corresponde ser el nuevo Director General de La Compañía Nacional de Teatro…
- ¿Cuál fue tu participación en el Centro de Directores para el Nuevo Teatro?
Cuando tomamos el exánime Teatro Flexible de Plaza Venezuela, y lo convertimos en la Sala María Teresa Castillo, apareció un espacio que cualquier joven hubiera querido poseer para llevar a cabo su proceso de creación. Cuatro directores bajo el nombre de Centro de Directores para el Nuevo Teatro, le dimos forma, espíritu y filosofía, con apoyo de Carlos Giménez y el maestro José Antonio Abreu, a un lugar donde se ensayaba teatro desde la mañana hasta la noche, donde se respiraban proyectos y piezas nuevas, venezolanas, nacionales de verdad y no de una agrupación, ni siquiera de las cuatro agrupaciones que se aglutinaban alrededor de cada autor-director, sino de todas las agrupaciones que se acercaban buscando un espacio para ensayar. Miles de jóvenes de todas las clases sociales se reunieron allí y se mezclaron, se sincretizaron con fotógrafos, escritores, bailarines, pintores, escultores, comediantes, pensadores y hasta políticos de la época.
Con el Centro de Directores monté "El Regreso" – Premio Municipal de Teatro’ 92 -, escribí "La Hora Menguada" – Premio ACCA del Festival de Miami en New Cork -, seguí con el remontaje de "Espejo de Exánimes", "Las Puntas del Triángulo", "Los Alfareros", "Malheureuse Miscelánea" y estrené "Como en Las Películas de Hollywood", "Sobrevivientes" –versión de Ricardo III en Caricuao- y "Pablo" –sobre la vida de Pablo Neruda, Pablo Picasso y Pablo Casals.
- ¿Ahí se definió tu vocación por la dirección?
-No, eso sucedió en la Compañía Nacional de Teatro, pero lo que sí pasó fue que me di cuenta que mi proceso como dramaturgo no finalizaba cuando ponía fin a mis piezas de teatro, sino que las consideraba listas una vez que yo las dirigía y constataba con el actor y los diferentes creativos lo que había soñado como escritor. Yo escribía y dirigía lo mío para obtener la verdadera pieza…y ese ha sido desde entonces mi proceso…
- ¿Hubo un momento en tu vida que pensaste en buscar otros caminos diferentes al teatro? ... cuando te fuiste a Margarita, por ejemplo.
- No; yo nunca he pensado tomar otro camino fuera del teatro… Lo juro; porque ni siquiera veo a mi labor en la televisión como otro camino… En Margarita, a pesar que tuve que entrar por la cocina de un hotel a lavar platos y ollas para terminar siendo el administrador del Resort Guacamaya Beach & Resort, en Manzanillo, no dejé de hacer y enseñar el teatro que amo. En esa oportunidad incluso me gané el premio regional del Festival Sur-Nor oriental de teatro de Juan Griego, en el Teatro Simón Bolívar; hice dos radionovelas –"La Trampa" y "El Regreso"- y di clases de dramaturgia y composición de personajes teatrales en el TNJ de allá, en Los Robles y en el Teatro de La Asunción. Claro, en el momento que nos sacan de la Sala María Teresa Castillo, bajo amenaza, me fui a Margarita entumecido por la reacción del sector teatral ante la desgracia que ocurrió con ese espacio.
Por otra parte, la relación con la madre de mis hijas terminó por venirse abajo y yo preferí alejarme para curar mis heridas, que eran muchas y muy profundas. Hubiera cometido una locura si no hubiera puesto agua de por medio… pero repito, no he dejado de hacer teatro nunca porque es mi tribuna y Dios me mandó fue a esto y esto es que lo que yo quiero hacer siempre para cumplir con Él, con los seres que amo y con mi tiempo.
-¿Qué te hizo regresar a Caracas?
- Lo que me hizo regresar a mi lucha teatral en Caracas fue que en Margarita recuperé mi ego, mi ética, mi decencia y mi dignidad; es decir: allí reconocí al tipo maravilloso que amo en mí. La otra cosa fue una llamada de tres horas que la directora del ITI Venezuela, Nelly Garzón me hizo, en la cual me dió todas las razones por las que yo debía regresar a mi vida, que era a su juicio, el arte de la escena. Fue una conversación larga, dura, que hizo que las lágrimas saltaran de mis ojos como disparos de adiós… pero yo necesita escuchar sus palabras… esas específicamente, para finalizar mi recuperación. Entonces cerré el teléfono, miré al dueño del hotel, que era mi amigo y le dije: “¡Gianfranco auméntame el sueldo!”… como me dijo que no , yo le devolví todo, le di la llave de la churuata donde trabajaba y cuando me di cuenta, estaba en el café de Rajatabla, listo para escuchar la primera oferta… que fue por cierto de mi amigo, el fallecido Rolando Bohórquez, el Payaso Varilla, dueño de La Pandilla.
- ¿Cómo nace “El Galpón de San Fidel”? ¿Cuál es su propósito?
- Gumersindo Méndez, un abogado con gran gusto por el arte me abrió los brazos y me brindó un espacio en su hogar una vez que regresé a Caracas; se empeño en que terminara mi tesis de grado de la UCV, me aupó para que no desmayara en mi intento de hacer televisión y una vez logrado su objetivo me ofreció para alquilarme un espacio donde yo pudiera poner en escena algunas de mis piezas, uno de mis sueños anhelados. Me reuní con algunos profesionales para pagar el espacio y comenzamos a remontar una de mis obras viejas- pero muy querida- “Las Puntas del Triángulo” en la cual participó como actriz, mi querida Nelly Garzón. Mientras el país cambiaba definitivamente, nosotros montamos la versión que Carlos Giménez me pidió un día que hiciera sobre "El Mercader de Venecia" de Shakespeare, con la cual ganamos el Premio Municipal de Teatro de Calle. Cuando llegó el paro petrolero hicimos "Goya, razones para el exilio de un artista", montaje de investigación en el que se estudió cada movimiento, cada palabra, cada dolor y resentimiento. Luego vino el remontaje de "El Regreso", contigo Verónica como Lorenza, donde volvimos a decir con ironía que una de las causas del fracaso político de nuestros días fue que “A Betancourt se le quemaron las manos”.
Ahora estamos con "Definiciones de Perra", donde el actor no es hombre ni mujer, sino que experimenta las dos cosas, mientras contamos entre risas y sarcasmos que es lo que sucede detrás de las cámaras, antes de que una novela nazca.
El Galpón de San Fidel es un Laboratorio Teatral donde experimentamos, nos equivocamos, corregimos y creamos con el propósito de hablarle al hombre de nuestro tiempo de los dolores, miserias y alegrías que queremos que queden en la historia y pasen de generación en generación; ¿eso se llama Trascendencia, no?
- Director, dramaturgo, docente, y gerente teatral… ¿Cuál de estos roles te satisface más?
- El de poeta, que conjuga todos los anteriores…
- ¿Cuáles son los temas que inspiran u obsesionan a César Rojas, el dramaturgo?
- El Poder, indiscutiblemente; Dios me ha puesto en lugares insólitos para observar la subida, el apogeo y la decadencia de los seres que, como vampiros, necesitan el poder para poder sobrevivir… Luego, otros temas que me apasionan son la injusticia, la intolerancia, las pretensiones fatuas del subdesarrollo, la viveza, el amor –porque también me asumo como hijo natural de la telenovela-, los equívocos, las torpezas y la incomprensión generacional.
- ¿Cómo ha sido tu experiencia en la televisión como escritor de dramáticos y programas de variedades?
- Maravillosa, pero debo aclarar que variedades nunca es igual que dramáticos. Actualmente escribo RITMO, SABOR y TIERRA, programa musical que se transmite desde la 5 am hasta las 6:30 am; en donde le hemos dado oportunidad a miles de cantantes venezolanos, dispersos a lo largo y ancho de nuestro territorio. Por otra parte, amo contar historias de amor, esto es una de las cosas que más me gustan en el mundo. Además, yo soy un boyerista natural… no puedo evitarlo.
- ¿“Definiciones de Perra" es una denuncia sobre los oscuros trasfondos que se tejen a la hora de escribir una telenovela en un canal te televisión?
- Sí, me cansé que en todos los lugares que iba, se decía que las telenovelas eran malas por culpa de los escritores, cuando la realidad es que dentro de los canales te hacen un shampoo especial para que no te quejes, te cortan y cambian las escenas que escribes porque lo que se hace allí es “supuestamente” escritura industrial… jajajá… Así pues , decidí burlarme de toda esta tragedia sufrida y decir públicamente algunas cosas que todos saben pero que pocos se atreven a decir.
- ¿Eres un contestatario por naturaleza o tienes tus razones?
- Intento ser un delfín, pero realmente soy como un alacrán que puede compartir hasta la comida mientras no intenten hacerle daño…
- ¿Qué es no lo que no toleras de este medio?
- A los “lambucios” del arte… los que quieren aglutinar más y más para demostrar poder; los que desmedran a los débiles porque abusan; los que quieren merecer gratificaciones por las cuales no han trabajado… y por supuesto, a los egoístas.
- Tu pasión por el teatro lo llevas a cada lugar donde estás. En ese sentido, ¿cómo ha sido tu vivencia con la comunidad donde actualmente vives?
- Te cuento que los primeros meses que estuve en el bloque 25 de Las Queseras del Medio de la UD-4, en Caricuao, me mantuve en silencio y nadie sabía lo que exactamente hacía, aunque sospechaban que era algo relacionado con el arte… Un día una dama del condominio de la comunidad leyó una de mis publicaciones y me preguntó si podía encargarme de montar algo para el Día de Reyes. Pues bien, les hice un "Retablo de Reyes" con todos los niños del edificio, se fueron a la cancha y lo presentaron allí. El éxito fue tal que creo que los niños y sus familias nunca van a olvidar esa actividad.
-¿Eso te ha inspirado para hacer nuevas estrategias de convocatoria popular para el teatro?
- Bueno gracias al "Retablo de Reyes", comenzaron a invitarme a las reuniones del centro comunal, donde me presentaban como una joya de la comunidad. Los problemas económicos de nuestro edificio eran muchos y teníamos en especial, uno grave: el ascensor que llega al piso 18 no servía. Entonces les propuse que me compraran una función de estreno de “Definiciones de Perra” e inmediatamente la tesorera Eleanor Orta y Yosaida Vargas, la presidenta del condomino, aceptaron… las llevé a conversar con José Manuel Ascensao , él dijo que sí, y desde entonces el arte teatral y la comunidad se dan la mano en el segundo estreno de "Definiciones de Perra". Compraron todas las butacas de la segunda función a beneficio de la mejora en la calidad de vida del bloque 52.
Así es César Rojas… hombre dedicado completa e incondicionalmente al teatro, que lleva su arte a dondequiera que va, espíritu imbatible y valiente que refleja en sincera expresión, la compleja naturaleza del hombre y del artista… Yo lo amo.
miércoles, 19 de mayo de 2010
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Tranquila yo también lo amo. Siempre hay sido un ser libre de alma noble.
ResponderEliminarexcelente
ResponderEliminarMe gustaría participar en el taller de escritura on línea, soy Héctor de Rancagua Chile.
ResponderEliminarBendiciones maestro
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