jueves, 1 de enero de 2009

MENGUADA LA HORA / LA HORA MENGUADA

I

CARACAS. FINAL DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGO XX. EL CALVARIO. CALLE DE LA AMARGURA. OCASO. POR LA CALLE NADIE TRANSITA. EN LA PUERTA Y UNA DE LAS VENTANAS, DOS FIGURAS COMO DE CERA. ATENTAS, DE ARRUGAS VIEJAS, COMO PROLONGACIONES DE LA CASA. UNA ARRUGA DE LA CASA SE CONFUNDIÓ UNA VEZ CON LA ARRUGA PRIMOGÉNITA DE UNA DE ELLAS Y LAS ARRUGAS DE LA ESPERA SE FUERON CASANDO UNAS CON OTRAS, HASTA QUE UN DÍA NO PUDIERON DIFERENCIARSE. ES PROBABLE QUE LAS DIFERENCIAS DE LAS ARRUGAS PUEDA HACERSE PORQUE LAS DE LA CASA HUELEN A BAHAREQUE, Y LAS OTRAS, LAS DE ESAS MUECAS DE MUJERES, HUELEN A CARNES VIEJAS Y SECAS. HIEDEN. LOS CANTOS DE LOS GALLOS DE LA GALLERA CERCANA SE ESCUCHAN EN CONTRAPUNTO CON LOS GRILLOS, ALGÚN PERRO LADRA PARA DAR INICIO A LA NOCHE. UN DISPARO. LAS MUJERES SE ANGUSTIAN Y DESCUBRIMOS QUE VIVEN. SILENCIO. MOVIMIENTOS DE MIEDO. LAS MUJERES SE REDESCUBREN COBARDES Y ESO LAS MOLESTA. GRAN SILENCIO. LA CONVERSACIÓN ENTRE ELLAS ES COMO UNA PARTITURA DE SILENCIOS.

AMELIA.- ¿Escuchaste?
ENRIQUETA.- Cierra la ventana. (PAUSA) Van a creer que somos las del bar de Peregrino.
AMELIA.- Entra.
ENRIQUETA.- Esa ventana... Esa ventana.
AMELIA.- Entra.
ENRIQUETA.- Esa ventana todo el día abierta.
AMELIA.- Eso fue un disparo.
ENRIQUETA.- Un día de estos los borrachos de la cuadra se van a meter para acá creyendo que atendemos a la gente.
AMELIA.- A lo mejor están siguiendo a un agitador.
ENRIQUETA.- Solamente nos falta la música y la barra...
PAUSA.
AMELIA.- Entra.
ENRIQUETA.- ¿Para qué?
AMELIA.- Están disparando en la calle
ENRIQUETA.- ¿Y si no me da la gana?
AMELIA.- No seas necia.
ENRIQUETA.- Ya va.
AMELIA.-Por favor.
ENRIQUETA.- Quiero ver.
AMELIA.-¿Qué?
ENRIQUETA.- Quiero ver (PAUSA) A lo mejor es alguien que podría necesitarnos.
AMELIA.- Eres ciega.
ENRIQUETA.- Tengo puesto los anteojos.
AMELIA.- Eres ciega (PAUSA) Si hay alguien que nos necesite en el mundo nos va a conseguir sin que nosotras tengamos que hacer nada.
ENRIQUETA.- A lo mejor se le olvidó el camino
AMELIA.- Entra.
ENRIQUETA.-¿Y si se le olvidó?
AMELIA.- Enriqueta.
ENRIQUETA.- Una nunca sabe.
AMELIA.- Ya no tenemos fuerza ni para recordar.
ENRIQUETA.- No seas ridícula.
AMELIA.- Sólo esperamos. Ni tú ni yo tenemos fuerza para otra cosa.
ENRIQUETA.- Si tú no tienes fuerza entonces muérete, porque ya tienes mucho tiempo penando y El Purgatorio necesita espacio para otros agonizantes (PAUSA) yo voy a continuar aquí el tiempo que me venga en gana.
AMELIA.- (SUAVE) A veces pienso que la que se ha querido morir todo el tiempo, casi desde que nació, ers tú; pero no lo has hecho por el temor de que yo si pueda verlo y pueda volver a tocarlo... tocarlo... besarlo...
ENRIQUETA.- Infeliz.
AMELIA.- Somos hermanas.
ENRIQUETA.- Por desgracia.
SILENCIO.
AMELIA.- ¿Vas a entrar?
ENRIQUETA.- Cuando me venga en gana. No cuando tú quieras.
PAUSA.
AMELIA.- (SUAVE) A lo mejor yo sí lo he visto. Y hasta he hablado con él
ENRIQUETA.- Sandeces.
AMELIA.- ¿Quién sabe?
ENRIQUETA.- Hace tanto que no sales de “El Calvario”.
AMELIA.- A lo mejor El Calvario se me hizo chiquito y me fui a El Silencio. A lo mejor andando de Angelito a Jesús recibí una sorpresita y no te he dicho nada.
ENRIQUETA.- Imposible. Nunca sales. Los huesos no te aguantan ya.
AMELIA.- Acuérdate que haces siesta en la tarde... quien compra la comida de esta casa soy yo.
ENRIQUETA.- (DUDA) ¿Cuándo?
AMELIA.- (HACIÉNDOSE LA BOBA) ¿Qué?
ENRIQUETA.- ¿Pasó eso?
AMELIA.- ¿Eso?
ENRIQUETA.- ¡Eso!
AMELIA.- ¿Qué?
ENRIQUETA.- ¡Estas mintiendo!
AMELIA.- ¿Mintiendo?
SILENCIO.
ENRIQUETA.- ¿Cuándo?
AMELIA.- Umjú, ¿qué?
ENRIQUETA.- (MOLESTA) ¿Hablaste? ¿Se hablaron?
AMELIA.- ¿Con quién?
SILENCIO
ENRIQUETA.- ¿Con quién?
AMELIA.- ¿De qué hablas?
ENRIQUETA.- ¡De él!
PAUSA.
AMELIA.- ¿De él?
ENRIQUETA.- Sí; de él
SILENCIO.
AMELIA.- ¿Vas a entrar?
ENRIQUETA.- No (PAUSA) En vez de estar inventando estupideces deberías cerrar la ventana.
AMELIA.- Si entras.
ENRIQUETA.- Ciérrala. No te da vergüenza que vean esa cosa horrorosa en la que te has convertido estos últimos años.
AMELIA.- ¿Vergüenza? No. La perdí hace mucho tiempo y tú sabes con quién.
ENRIQUETA.- Cretina. Lo que tengo que hacer es no escuchar. (SE TAPA LOS OÍDOS)
AMELIA.- No puedes dejar de escucharme.
ENRIQUETA.- Se siente un chillido. Qué fea se ve esa vieja sentada en esa ventana. Parece un ánima en pena.
SILENCIO.
ENRIQUETA.- Cuando una mujer quiere asustar a su hijo lo amenaza con traerlo aquí. Y entonces, el niñito atemorizado, le hace caso a su mamá. ¿Será que no se da cuenta que la gente no hace más que burlarse de ella? A lo mejor es de esa gente que para vivir feliz se imagina que tiene que sufrir bastante. ¿Será por eso que la vieja esa, fea, se la pasa mirando para afuera? (TARAREA SIN TAPARSE LOS OÍDOS)
AMELIA.- Quien puede acordarse de ti, sabe que eres tú la que ha pasado toda la vida mirando para afuera para ver si la gente te está mirando. Pero nadie, ni siquiera recuerda cómo se llama esa arruga que se sienta todas las tardes de cuatro a seis en el portón. Lo peor es que si dejaras de hacerlo, si dejaras de sentarte ahí, donde crees que formas parte del resto, nadie, ni siquiera yo, lo notaría (PAUSA) está bien. Es posible que me parezca a la Sayona sentada aquí. Pero es el único lugar de la casa en la que me siento bien, como una planta, porque hace mucho que no tengo a donde mirar cuando lo hago hacia fuera. Pero no me he quedado ciega. No finjo reconocerlo todo. He podido mirarte todos estos años muy bien. Podría quedar ciega como tú y podría adivinarte y descubrirte. Eres miserable. No existes; no eres. No estás Y sigues atormentada y atormentándome por el qué dirán ¿Dios podrá perdonarte eso? (PAUSA) Y0o no ofendo a nadie. Hasta creo que puedo entenderte: tú sigues castigándome por algo que no recuerdo, que no existe, que yo creo que no disfruté porque estaba muy asustada y tenía vergüenza (PAUSA) Sólo recuerdo el dolor y la ausencia de mis fuerzas...
TENSO SILENCIO.
ENRIQUETA.- Gustavo Adolfo va a regresar.
FERREO SILENCIO PLENO DE TENSIÓN.
AMELIA.- ¿Vas a entrar?
ENRIQUETA.- Va a regresar. (PAUSA) Yo lo sé.
AMELIA.- Entra.
ENRIQUETA.- Todo no puede haber sido en vano.
AMELIA.- ¿Quieres una copita de jerez?
SILENCIO.
AMELIA.- Enriqueta.
ENRIQUETA.-¿Qué?
AMELIA.- ¿Quieres?
ENRIQUETA.- ¿Qué? (!)
AMELIA.- Una copita de jerez.
ENRIQUETA.- ¿Jerez?
AMELIA.-Una copa.
ENRIQUETA.- ¿Una copa?
SILENCIO.
ENRIQUETA.- Voy.

SE ESCUCHA CAER UNA COPA DE VIDRIO..... ES LEJANO, SECO, ODIOSO Y SIN QUE ELLAS GESTICULEN SE ESCUCHAN SUS VOCES QUE PROVIENEN DEL PASADO.

ENRIQUETA.- (OFF) Desgraciada. Te dije que no cogieras las copas
AMELIA.- (OFF)¡¡Aghhh!!

ARTICULACIÓN NOTORIA QUE RECOGE EL PRESENTE Y VUELVE DÉCADAS ATRÁS.
FINAL DEL PRIMER CUADRO.
II
HEMOS REGRESADO EN EL TIEMPO. ES IMPORTANTE REMARCAR LA ELIPSIS INVOLUTIVA POR LAS ACTRICES Y EL ESPACIO, PARA QUE NO HAYA DUDA DE QUE HEMOS VUELTO AL PASADO SIN NECESIDAD DE OSCURO. ENRIQUETA TRAE UNA TORTA DE CUMPLEAÑOS. SE MOLESTA AL COMPROBAR QUE AMELIA SIGUE EN LA VENTANA. SON LOS AÑOS TREINTA. A LO LEJOS UNA RETRETA.

ENRIQUETA.- Quítate de esa ventana que va a creer que pasó algo malo
AMELIA.- Son dieciocho años los que cumple.
ENRIQUETA.- Debe estar celebrando con sus amigos.
AMELIA.- Dieciocho. Un hombre. Un muchacho.
ENRIQUETA.- Mi muchacho. Mi hijo.
AMELIA.- El muchacho... (COMO SI ESTUVIERA CONVERSANDO CON ÉL) Muchachito. ¿Cómo te fue hoy en la escuela?¿Qué te enseñó la maestra? ¡Esas maestras si saben ahora... y si dicen cosas! Tu mamá está en la cocina refunfuñando por los huevos que le rompiste jugando con la pelota, pero yo le dije que había sido yo, no te preocupes, va a seguir peleando y diciendo cosas un rato hasta que se canse y después se olvida. ¿Vas al cinematógrafo con Peregrino? Ten cuidado. No me gusta que andes con esa gente que una no conoce. Mucho cuidado con estar cogiendo consejo ajeno. Yo preferiría que visitaras a la señorita Carreño y no te fueras al bendito cinematógrafo (ESCUCHANDO COMO SI LE PREGUNTARA) ¿Que qué es la política? La verdad es que yo no sé. Pero tú si peguntas, muchacho ¿El General? El Presidente. Es como... como el dueño de esta gran hacienda que es el país y a los capataces de las diferentes partes de la hacienda se llaman Ministros... Tarazona. Se llama Tarazona. ¿Para qué quieres saber eso? Shhh. ¡Se me calla, carrizo! ¡Eso no se pregunta! El General... Es el presidente y nosotros el pueblo. Y el pueblo hace lo que el Presidente dice. Y si no pueden matarlo a uno y a su familia por estar en contra. Por dudar. Eso decía mi papá. Eso es lo que escuchaba decir cuando hablaba con el tuyo. Se murió... se murieron los dos... Les dio miedo soportar este par de locas que somos tu mamá y yo... A lo mejor hicieron bien. ¿Quién sabe? A lo mejor la gente hace bien cuando se muere. ¿Por qué estás tan callado?¿Por qué no habla mi muchacho?... Muchachito, no me pongas esa cara que se me arruga el corazoncito. A la tarde te voy a dar una sorpresa... Ahora a su cuarto y busca el suetercito de lana que está haciendo frío. Mi muchacho, muchachito. Cuando seas viejito te voy a llamar mi muchachito, aunque a tu mamá no le guste.
ENRIQUETA.- (CON LA TORTA Y LAS VELITAS CANTA) Cumpleaños feliz, te deseo yo a ti. Cumpleaños Gustavo Adolfo, cumpleaños feliz. (APLAUDE Y HABLA COMO SI ESTUVIERA) espero que te guste la torta. Tiene muchísima piña, como a ti te gusta. Tuve que pelear con tu tía Amelia para que no se la comiera. Tú sabes que ella es una tragona. Siempre se quiere comer las cosas sabrosas que hago para ti. La pobre no sabe ni freír bien un huevo. No sé qué hubiera hecho si algún hombre se hubiera fijado en ella.
AMELIA.- Yo limpio.
PAUSA.
ENRIQUETA.- es una envidiosa. Siempre está pendiente de lo que yo hago para volverlo a hacer. Lo único que no puede hacer como yo es cocinar. Para eso se necesita talento. Tú eres mi hijo y yo soy tu madre y nadie te quiere como te quiero yo. Nadie va a hacer por ti lo que hago yo.
AMELIA.- Hijo...
ENRIQUETA.- ¡Mi hijo!
AMELIA.- Hijo, dile a tu mamá que no puedo disgustarme con ella. Es innecesario. Comemos del mismo dinero.
ENRIQUETA.- ¡Bruja!
AMELIA.- Aunque esconda algunas cosas en su cuarto bajo llave para que yo no las pruebe. Dormimos bajo el mismo techo.
ENRIQUETA.- Las brujas no duermen. Salen en sus escobas por las noches. En los aquelarres le hacen daño a mucha gente. Yo he escuchado de una bruja que enloqueció a un hombre que mentaban Saturnino. Dicen que el hombre se enamoró de ella una noche de Noviembre... y esa misma noche intimaron. El amor fue tan grande que el hombre comenzó a tener poderes adivinatorios. Saturnino lo veía todo y la gente, sus amigos, no entendían lo que decía, y lo tomaron por loco. Y se volvió loco
AMELIA.- Por eso digo que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad.
ENRIQUETA.- Y una tarde, día de San Bernabé, después de predecir un terremoto y que unas botas iban a intentar acabar con Caracas como capital, el loco se alejó hacia acá, hacia El Calvario, que para la época era lo más alto de Caracas y desapareció. Por eso es que los hombres tienen mucho cuidado con las brujas,
AMELIA.- hijo.
ENRIQUETA.- Amelia.
AMELIA.- Hijo.
ENRIQUETA.- Mi hijo.
AMELIA.- Tu hijo.
ENRIQUETA.- Mío.
AMELIA.- Nuestro.
ENRIQUETA.- Mi hijo.
AMELIA.- De quien lo parió.
ENRIQUETA.- ¡Mío!
AMELIA.- ¿No dije eso?
ENRIQUETA.- ¡Bruja! ¡Bruja! ¡Bruja! Las brujas no entienden de cumpleaños; ellas entienden de... de otras cosas... de la noche... y de la mala vida (TR) Hoy cumples un añito más y yo te quiero así... Más grande por cada año que cumples... Amelia, ¿qué te pasa a ti? ¿De qué te ríes? Déjame hablar sola con mi hijo. Una n puede estar en intimidad con su hijo en esta casa. Un día de estos voy a coger mi maleta y me voy a ir con Gustavo Adolfo a un lugar donde no me molestes, porque estoy cansada de esa cara de imbécil que me sigue por toda la casa. Cuando estoy en el corral, cuando camino por los pasillos, cuando arreglo las flores del jardín, cuando voy a algún cuarto, cuando me despierto en la mañana y caliento el café, para hacerle el desayuno a mi hijo, el “rabipelao” ahí siguiéndome y siguiéndome sin descansar un solo instante... (TR) Mi amor, hoy día de tu cumpleaños quiero que sepas que el regalo que te voy a dar para cuando cumplas seis....
AMELIA.- Diez... para cuando cumplas diez, hijo.
ENRIQUETA.- Doce, para cuando mi hijo cumpla doce...
AMELIA.- Quince. Ya hasta tienes el bozo de los bigotitos, muchachito.
ENRIQUETA.- Diecinueve, para cuando cumplas diecinueve, aparte de una torta más rica que la de este año, voy a hacerte mi regalo, que es para los dos: nos vamos a ir de esta casa. Sí, esta también es nuestra casa, pero es que siento que necesitamos un cambio... Necesitamos aire fresco, porque el aire de esta casa está turbio de tanto olerlo. Sucio de una suciedad que no es por ti ni por mí... Es por (MIRA A AMELIA IMPACTADA. TR) Es una casa bonita... Esta huele a bruja.. Aquella es limpia, no sucia como esta...
AMELIA.- ¿Por qué es el sucio?
ENRIQUETA.- ¿Por qué es el sucio? (TR) Las tejas son todavía rojitas. Nuevas, podríamos decir.
AMELIA.- ¿Quién ensucia esta casa?
ENRIQUETA.- ...Y por esos lados están abriendo negocios nuevos, de gente que viene de afuera.
AMELIA.- Enriqueta.
ENRIQUETA.- ¿Amelia?
AMELIA.- Yo.
ENRIQUETA.- ¿Qué?
AMELIA.- ¿Yo ensucio?
ENRIQUETA.- ¿Qué mijita?
AMELIA.- ¿Yo ensucio esto?
ENRIQUETA.- ¿De qué hablas?
AMELIA.- ¿Yo ensucio esta casa?
ENRIQUETA.- ¿De qué cosa hablas?
AMELIA.- ¿Yo ensucio esta casa todavía?
ENRIQUETA.- (CON GUSTAVO ADOLFO) ¿Tu tía? ¿Por qué me preguntas eso? (RÍE) No; nunca tuvo novio. Ningún hombre se fijó en ella, porque los hombres no se fijan en la mujeres como Amelia, con esa cara de idiota (PAUSA) ¿Te dijo eso? Yo creía que a ella ya se le había olvidado “eso”. Sí; es verdad. Ella tuvo un... ¿cómo decirlo? Ella... tu tía Amelia y un hombre. No sé si puedo llamarlo un admirador... Yo podría llamarlo de otra manera... Ella tuvo un visitador secreto, porque la última en enterarse de que ese hombre existía fui yo... me avergüenza tanto recordarlo... Yo no sabía... Yo nunca me enteré, sino hasta mucho después de “eso”.
(ARREGLA LA MESA)
AMELIA.- ¡Enriqueta!
ENRIQUETA.- Por eso yo te lo voy a contar todo
AMELIA.- Enriqueta, no...
ENRIQUETA.- Cuando yo me casé con tu papá. Todo era tan bello, tan limpio, tan diferente. Yo nunca me imaginé que todo cambiaría así... papá murió, lo enterramos junto a mamá en el cementerio del Sur. Tu papá y yo nos fuimos a vivir a la casa de Chacao con Amelia que se había quedado sola y a mí me dio compasión.
AMELIA.- lástima...
ENRIQUETA.- ... Y así pasaron los años y la lástima se fue acompañando por la piedad. No podía explicarme por qué ningún hombre de Cacao se fijaba en mi querida hermana. Si lo hubiera entendido... si Dios me hubiera dado el entendimiento, o alguien se hubiera atrevido a pararme en la calle para contármelo todo, para abrirme los ojos, porque yo estaba completamente ciega... Estoy segura que la gente se reía de mí, se burlaban, se lo contaban todo en las tardes de Penichez. Se burlaban, era el cuento de moda: mi hermana Amelia tenía un...
AMELIA.- Enriqueta.
ENRIQUETA.- ... Algo más que un admirador... Yo no lo sabía ¿Tú me puedes creer, hijo, que yo, tu madre, nunca me enteré de aquel tórrido romance? El ridículo romance que mantenía tu tía... No me enteré sino hastq que se murió tu papá... pues así fue...

ARTICULACIÓN. INVOLUCIÓN







III

AMELIA Y ENRIQUETA JUEGAN A LAS PALMAS COMO DOS NIÑAS MIENTRAS CANTAN.

AMBAS: Papeles son papeles,
Cartas, son cartas.
Las cosas de los hombres,
Todas son falsas

Yo antes te quería.
Y era por el pelo,
Ahora que estás pelona,
Ya no te quiero.

EL JUEGO DE PALMAS AUMENTA DE VELOCIDAD. DE PRONTO ENRIQUETA COMIENZA A GRITAR COMO UNA LOCA.


ENRIQUETA.-¡Horror! ¡Horror! ¡Horror!

AMELIA MUY NERVIOSA, COMO DESVARIANDO DE LOS NERVIOS, TRATA DE CALMARLA CONTÁNDOLE UNA HISTORIA MIENTRAS CALIENTA CAFÉ.

AMELIA.- Yo siempre te he querido mucho ¿Te acuerdas del cuento del ratón Pérez? Nos lo contaba mamá cuando no podíamos dormir...
ENRIQUETA.- ¡Horror! ¡Horror! ¡Horror! ¡Y está muerto...!
AMELIA.- “El ratón Pérez calló en la olla, por la golosina de la cebolla.” ¿Todos los Pérez serán golosos? Yo creo que sí...
ENRIQUETA.- ¡Está muerto! ¡Y no puede hablar! ¡No puede mirarme a los ojos, ni puede contármelo todo! ¡Horror! ¡Esto es un sacrilegio! ¡Un pecado mortal! ¡Horror!
AMELIA.- ... Un día la Cucarachita Martínez... Qué casualidad, tiene nuestro mismo apellido... que era muy hacendosa.. como nosotras... Como yo... Estaba barriendo y se encontró un mediecito ¿Te imaginas? Una Martínez con un mediecito ¡Qué escándalo! Y esta era cucaracha, y como cucaracha , al fin y al cabo, nadie se quería casar con ella porque era pobre y no era bonita...
ENRIQUETA.- ¡Qué horror! ¡Tu eres mi hermana, desgraciada! ¡Mi hermana! ¡Las hermanas no se hacen esas cosas...! ¡Las hermanas se respetan! ¡Esto es un pecado! ¡Sacrílega! ¡Sinvergüenza! ¿Por qué no te mueres tú también? Tú también deberías morirte, para enterrarlos juntos. Si quieres te mato ahora mismo, para gritarle al mundo esta amargura. ¡Traidores! ¡Son unos traidores! ¿Cómo le reclamo a él, Santo Dios? Pero a ti, te voy a matar. ¡Te odio!
AMELIA.- La muerte no es castigo de nada... es esta vida el castigo... Además, no puedes matarme... Morirías antes que yo en el intento...

ENRIQUETA CAE SOLLOZANDO Y CONVULSIONA MIENTRAS AMELIA CONTINÚA EL CUENTO.

AMELIA.- ... Cuando los animales se dieron cuenta de que la cucarachita Martínez tenía un mediecito y no sabía como gastarlo, todos vinieron a verla. Pero la cucarachita sabía. Ella sabía que se querían acercar a ella, no por lo que ella era, sino por el dinero... por lo que se había conseguido... por lo que tenía. Yo me conseguí esta casa, nos la dejó papá. “El este es un buen lugar para vivir, y Chacao está llena de gente en ascenso, de seguro el general va a ubicar a los extranjeros de este lado” Papá tenía visión. Él sabía que el este era un buen lugar para conseguir pareja para sus hijas. Un hombre bueno, emprendedor, como decía él: esposos rubios. Yo era muy retraída. Adolfo se fijó en ti y yo me contenté, Enriqueta. Me contenté. Me contenté, hermana te lo juro, por lo más sagrado que es la memoria de nuestros padres.
ENRIQUETA.- ¡No jures en vano! ¡Blasfemas! ¡Injurias! ¡Ensucias a Dios con tus mentiras!
AMELIA.-te lo juro por él.

ENRIQUETA SOLLOZA

AMELIA.- Yo estaba demasiado contenta. Demasiado feliz por ti, hermana. Entre las dos leíamos las cartas con pensamientos o poesías que él te enviaba. Distraía a papá para que enviara a Adolfo a buscarte al colegio, ¿te acuerdas? Yo hacía que me dolía la barriga y el muchacho, el empleado de papá, el hijo del italiano Adolfo, Adolfito, tan serio y tan recto en sus cosas, tan hombre, te iba a buscar al colegio. Yo te esperaba, emocionada por ti, soñando cóimo sería tu matrimonio... El señor Gustavo Martínez, nuestro padre, estaba orgulloso... el tuyo era... “un hombre de sangre latina se casó con mi hija”, decía inflado de orgullo... esponjado como un ponqué. Y se murió. Un día, sin darnos explicaciones se murió y se fue con mamá, a vivir felices allá arriba, donde deben estar los santos. Ese día me sentí... No; me quedé... definitivamente sola... Completamente sola y tuve mucho miedo...
ENRIQUETA.- Tengo un puñal... un puñal en el corazón, que si lo saco me desangro y me muero... y si lo dejo dentro me va a doler toda la vida. Dolor... ¿qué sabes tú lo que es el dolor? El dolor se arrastra. Tú no sabes ni siquiera mirarme a los ojos. Yo quería, yo quise darle un hijo a Adolfo, pero no pude. Estaba seca. Estoy seca por dentro... ¡Maldita!
AMELIA.- (SE HA SERVIDO CAFÉ Y BEBE) Papá se había ido con mamá. Tú tenías tu matrimonio con Adolfo, tu herencia, la mitad de la casa de Chacao, más la mitad de esta casa en El Calvario... nuestro calvario y la esperanza de ser madre algún día... Yo me sentí... ¿cómo decirlo, Enriqueta? (PAUSA) Como una cucaracha... y como era señorita “La Cucarachita Martínez.” Tú te quedaste en Chacao... te lo agradezco tanto... yo hubiera cometido una locura. Todos los animales que se enteraron de que ahora la cucarachita Martínez tenía fortuna (RÍE) Vinieron a ofrecerse. No a mí... a la dote... Y eso fue tan... ¿decepcionante?... Mortal... eso, fue mortal. Me sentí muerta. De muerte de causa masculina... No; masculina no... De causa pirata... Me sentí asaltada por delincuentes que cantaban serenatas, escribían poesías, o me halagaban por la cocina: por el “bienmesabe”, el arroz con coco, o las conservitas que había aprendido de mamá, mientras yo sonreía y ellos eructaban. Por esta sala desfilaron Don Perro, Don Burro, La Danta, El Señor Hipopótamo y el señor Caballo, con el señor Pereza. Me asusté muchísimo cuando llegó el Zamuro. Me sentí carroña, cadáver, cosa muerta y los despaché a toditos. A toditos, sin esperanza de ñapa siquiera. Así lo entendí. De repente. Me entendí sin animal. Sin Perro, ni Burro, ni Danta, ni Hipopótamo; ni Caballo, ni Pereza y mucho menos con Zamuro. Dispersé a los zancones, a los zánganos.
ENRIQUETA.- Y pusiste los ojos en mi marido. Te aprovechase de mí. Del único ser que te ha tendido la mano sin querer quitarte nada. Yo te di amor y tú me quitaste a mi marido.
AMELIA.- Eso no fue así. Yo no te quité a tu marido... Él sí se aprovechó de mí... de mi soledad, de mi amargura solitaria.
ENRIQUETA.- Te estás disculpando porque no puede decir la verdad; porque no puede hablar... porque está muerto y desde la tumba no hay defensa posible.
AMELIA.- Si es mentira lo que digo, que se parezca aquí mismo y que me contradiga. Que se levante de la tumba en la que lo acabamos de echar. Que se alga y venga a confesarse.
ENRIQUETA.- Zorra.
AMELIA.- Él te quiso mucho.
ENRIQUETA.- ¡Y por eso se acostaba contigo!

SILENCIO.

AMELIA.- No se acostaba conmigo. Se acostó en mi cama, con mi cuerpo, mi vergüenza, mi capricho por no sentirme deseada honestamente y su deseo de convertirse en algo en lo que tú no podías complacerlo.
ENRIQUETA.- Se acostaba contigo ¿Eso no se llama prostitución? ¿Me vas a decir que eso se llama ahora por otro nombre? Si es así, dímelo, porque debe ser que estoy horrorizada, sintiéndome víctima y miserable por algo que no lo motiva de verdad-verdad. A lo mejor es que el dolor por la muerte de mi marido me volvió loca y no me he dado cuenta.
AMELIA.- Yo dejé que lo hiciera por lástima.
ENRIQUETA.- Esto es todo un acontecimiento. Hay que hablar con Medina para que lo publique en el diario. Es la primera vez que una ladina se acuesta con el marido de su hermana y no goza, sino que siente lástima.
AMELIA.- Por ti.
ENRIQUETA.- ¿Por mí?
AMELIA.- Él me dijo que eras estéril.
ENRIQUETA.- ¡Cállate!

SILENCIO.

AMELIA.- Que no podías darle hijos...
ENRIQUETA.- ¡Cállate o te mato y te echo en el mismo hueco que lo enterré, vagabunda!
AMELIA.- Cucaracha... La Cucarachita Martínez. Tu marido calló en la olla, por la golosina de la cebolla. (CANTA ENAJENADA)
ENRIQUETA.- Nadie puede enterarse de esto. Nadie puede saber que estas preñada de Adolfo. Hoy mismo nos vamos de Chacao, para evitar la saludadera imprudente y la visitadera de los que viene a ver cómo estás. Fingiendo que quieren darte el pésame. Hoy mismo nos vamos (TR) Yo estoy segura de que lo gozaste.

SILENCIO.

ENRIQUETA.- Pero ten por seguro que o voy a ser yo la que salga perjudicada de todo esto... Porque yo sí voy a tener un hijo de mi marido... y va a ser mi hijo, mío y de más nadie.. porque “nadie” se burla de mí, “nadie”; y como “nadie” se va a arrepentir: voy a quitarle el hijo a “nadie”, aunque tenga que matar a “nadie”... y como “nadie” es desconocida, no se van a dar cuenta. Nos vamos al Calvario. Yo sé cómo se arreglan las cosas. Porque yo voy a ser madre... voy a ser madre aunque tenga que matarte, desgraciada... cucaracha ¿Yo soy la hermana de la cucaracha Martínez.

SE VUELVEN NIÑAS OTRA VEZ.
AMBAS.- Papeles son papeles,
Cartas, son cartas.
Las cosas de los hombres,
Todas son falsas

Yo antes te quería.
Y era por el pelo,
Ahora que estás pelona,
Ya no te quiero.


ARTICULACIÓN.





















IV
POCO TIEMPO DESPUÉS.

AMELIA.- Yo no tengo la culpa. Yo no la tuve. Adolfo quería un hijo y no podías complacerlo.
ENRIQUETA.- Tuve un hijo.
AMELIA.- Mi hijo.
ENRIQUETA.- Mío.
AMELIA.- (FURIOSA) ¡Lo parí yo!
ENRIQUETA.- Demuéstralo.
AMELIA.- Demuéstralo tú... ¿Tú crees que la gente de la que siempre estás pendiente no se habrá preguntado de quién es ese hijo que tú dices que es tuyo? Demuestra lo contrario. ¡Demuéstralo!
ENRIQUETA.- ¡Bruja!

AMELIA ACUSA MALESTAR DE BARRIGA, COO SI ESTUVIERA A PUNTO DE PARIR, MIENTRAS ENRIQUETA SE ARREGLA UNA ALMOHADA BAJO EL VESTIDO PARA FINGIR QUE ESTÁ EN EL MISMO ESTADO. AMELIA TIENE FUERTES CONTRACCIONES

AMELIA.- Aghhh.
ENRIQUETA.- Cállate. Pueden escucharte. Me ha costado mucho trabajo convencer a Isabel y a Carmen Grajirena que estás de viaje.
AMELIA.- No puedo aguantar Me duele mucho. Cada vez son más seguidos

AMELIA SE QUEJA A CAUSA DE UNA FUERTE CONTRACCIÓN. ENRIQUETA SE ARREGLA COMO SI VA A SALIR.

ENRIQUETA.- Cállate. Yo voy a buscar al doctor, o te mato si es necesario para que te calles.
AMELIA.- Siempre me estás matando... Tú no puedes irte Enriqueta... voy a parir... Voy a parir. Yo lo sé... Yo no quiero que el bebé se muera.
ENRIQUETA.- Muérete tú, si quieres. Si te mueres ahora te ofrezco una de estas paredes como tumba. El barro podría venirte bien (VA A HACER MUTIS)
AMELIA.- Te lo advierto. No te vayas. (GRITA DE DOLOR)

TOCAN LA PUERTA. SILENCIO. VUELVEN A TOCAR. ENRIQUETA OCULTA A AMELIA. DUDA SI ABRE O NO. SIGUEN TOCANDO. ENRIQUETA SE ARREGLA LA BARRIGA Y ABRE LA PUERTA. HABLA CON ALGUIEN QUE NO VEMOS.

ENRIQUETA.- ¿Cómo está Heriberto? Bien, bastante bien. ¿Isabela cómo está?

RUIDOS DE AMELIA AGUANTANDO EL DOLOR.

ENRIQUETA.- ¿Ruidos en la casa? ¿Cómo de mujer? ¿Ah? ¿Ah? Ah, sí, iba a poner el aguamanil y me di un golpe con la ponchera y yo soy muy... gritona... SÍ... ¿Cómo dice? ¿Sola? Bueno, una siempre está acompañada por al Virgen María que también fue madre y sufrió penurias. Un momento que dejé una olla en la candela y no quiere que se me queme.

ENRIQUETA ENTRA A VER A AAMELIA Y REGRESA A CONVERSAR.

ENRIQUETA.- ¿Amelia? ¿Sí? Ojalá decida regresar pronto. Ya me está haciendo falta. Más ahora que se están acercando los días. ¿Hoy? Me he sentido un poco extraña, pero no es para ahorita... ay... muchas gracias Heriberto. Ustedes son muy amables. Tiene razón.,Por lo menos Adolfo me dejó su semilla. Dios ha sido muy bueno conmigo. Para que me acompañe y me cuide. Sí. Estoy loca por agarrarle las manitos y verle la carita... y lavarle los pañales... darle leche y darle sus golpecitos para sacarle los gases. Quiero escucharle el llanto... y que crezca rapidito, para que me diga mamá, mamá Enriqueta. Porque yo voy a ser su verdadera mamá . Claro, Don Heriberto. Hasta luego. Bueno. Saludos. (CIERRA LA PUERTA) Se fue. Cállate imbécil (ABOFETEA A SU HERMANA Y SE QUITA AL ALMOHADA)
AMELIA.- ¡¡Estoy pariendo!!
ENRIQUETA.- Yo lo voy a recibir. No voy a necesitar doctor. Yo sola. Así va a ser más mío. Mi hijo. (SE METE ENTRE LAS PIERNAS DE AMELIA) Puja... Puja. No dejes de hacerlo ¡Ayy! ¡¡Ya salió!! ¡¡Ya salió!! ¡Lo agarré en el aire! ¿Qué es esta pelota negra!
AMELIA.- La Placenta. Corta el cordón y la placenta.
ENRIQUETA.- Ya... ya lo hice.. ¡Ya nació mi hijo! ¡Es varón! ¡Es un varón! Hola, nené... Dile hola a tu mamá. Yo me llamo Enriqueta. Esa es tu tía Amelia. Y estoy segura que ella se va a morir pronto y vamos a poder ser felices... muy felices.
AMELIA.- Yo no tengo la culpa. Yo no la tuve. Adolfo quería un hijo y tú no podías complacerlo.
ENRIQUETA.- Tuve un hijo.
AMELIA.- Mío.

TRANSICIÓN TEMPORAL MARCADA.

AMELIA.- ¡Lo parí yo! Y no me voy a morir todavía. Primero te mueres tú, hermana. Primero te mueres tú. Yo le voy a decir la verdad a Gustavo Adolfo. Le voy a contar todo lo que me has hecho, todo lo que he sufrido, todo lo que has dicho, todo lo que he callado... porque no pienso callarme más. No quiero que me sigas faltando el respeto, ni a mí, ni a mi hijo. Son veinte años de dolor, veinte años de silencio, veinte de soledad; veinte de ver a mi hijo levantarse temprano para irse a estudiar sin poderlo abrazar y besar, mientras me podía estar diciendo mamá, su mamá... la única... yo... la verdadera. La que lo parió... porque tú me has reprochado todo, hasta la existencia... y yo hasta me quise morir... pero las idiotas no se suicidan... y no me voy a morir sin decirle todo (SILENCIO. TR) ¿Cuál es su verdadera madre? ¿Con cuál de las dos fue que su papá lo hizo, de verdad-verdad? Y cuál es la que se debería morir por habernos mantenido en claustros independientes, para que no pudiéramos querernos como madre e hijo.
ENRIQUETA.- No vas a decirle nada.
AMELIA.- Pues, sí, se lo voy a decir.
ENRIQUETA.- Primero te mato, ramera.
AMELIA.- Te morirías detrás de mí.

SILENCIO.

AMELIA.- Porque sí, es cierto que merezco un castigo por habérmele entregado al patán italiano de tu marido, creyendo que de alguna manera te hacía un favor. Porque no gozaba contigo desde que se dio cuenta que no podías ser madre. ¿Te gustaría una limonada?
ENRIQUETA.- (TOMA EL VASO PERO NO BEBE) Un día de estos...
AMELIA.- El castigo que Dios te tiene reservado tiene que ser peor. Usurpadora.
ENRIQUETA.- Bicha.
AMELIA.- Ladrona.
ENRIQUETA.- Prostituta.
AMELIA.- Mula.
ENRIQUETA.- Vaca.
AMELIA.- Vieja estéril.
ENRIQUETA.- Maldita.
AMELIA.- Como tú.

SILENCIO.

ENRIQUETA.- Es mi hijo.
AMELIA.- Es mi hijo.
ENRIQUETA.- Es mi hijo (LE LANZA LA LIMONADA ENCIMA A AMELIA)
AMELIA.- ¡Mío! ¡Yo soy su verdadera madre! ¡Yo lo parí y tú me lo robaste! ¡Me robaste el privilegio de tratarlo como mi hijo. Pero la única que es madre en esta casa soy yo. ¡¡Gustavo Adolfo es mi hijo!! ¡¡Yo soy su verdadera madre!!

LAS DOS GIRAN EN UNA MISMA DIRECCIÓN. INQUIETAS, COMO SI ALGUIEN HUBIESE ESCUCHADO

AMBAS.- ¡¡Gustavo Adolfo!!
ENRIQUETA.- (DISIMULANDO) Hijo, te hice estas torta para celebrar tus veinte años. (ANGUSTIADA) Gustavo Adolfo.
AMELIA.- Muchacho... ¡Hijo!
ENRIQUETA.- Se fue.

SILENCIO.

AMELIA.- Se fue.
ENRIQUETA.- ¿Se fue?
AMELIA.- Se fue.
ENRIQUETA.- (ASOMÁNDOSE) ¿Se fue?
AMELIA.- Se fue.
ENRIQUETA.- ¿Quién se va a comer ahora la torta?
AMELIA.- Los gusanos.

OSCURO
















V

REGRESAMOS AL MOMENTO INICIAL.

ENRIQUETA.- Va a regresar.
AMELIA.- ¿Vas a entrar?
ENRIQUETA.- Va a regresar (PAUSA) Lo sé.
AMELIA.- Entra.
ENRIQUETA.- Todo este tiempo no puede ser en vano.

SILENCIO.

AMELIA.- ¿Quieres una copita de jerez? Enriqueta.
ENRIQUETA.- ¿Qué?
AMELIA.- ¿Quieres una copita de jerez?
ENRIQUETA.- ¿A quién le vamos a cantar cumpleaños todos los años?
Cumpleaños Feliz,
Te deseamos a ti.
Cumpleaños Gustavo Adolfo.
Cumpleaños Feliz.
AMELIA.- Se fue. Se lo llevó todo. No dejó nada en su cuarto.
ENRIQUETA.- Él va a regresar.
AMELIA.- Sí; el va a regresar
ENRIQUETA.- ¿Se fue?
AMELIA.- Se fue.
ENRIQUETA.- ¿Mi hijo se fue?
AMELIA.- (AFIRMANDO) Se fue mi hijo.
ENRIQUETA.- Se fue.
AMELIA.- Se fue.
ENRIQUETA.- ¿Y no dejó nada?
AMELIA.- Un papel.
ENRIQUETA.- Un papel... ¿Qué decía?
AMELIA.- Que lo sabía todo.
ENRIQUETA.- Que lo sabía todo.
AMELIA.- Que luego regresaría.
ENRIQUETA.- ¿Ves? Él va a regresar.
AMELIA.- Que se iba para tratar de entender...
ENRIQUETA.- Él va a regresar, yo lo sé.
AMELIA.- ¿Hasta cuándo me vas a castigar?

SILENCIO.

ENRIQUETA.- ¿Hasta cuándo me vas a castigar?
AMABAS.- (CANTANDO Y JUGANDO A LAS PALAMAS)
Papeles son papeles,
Cartas, son cartas.
Las cosas de los hombres,
Todas son falsas

Yo antes te quería.
Y era por el pelo,
Ahora que estás pelona,
Ya no te quiero.
AMELIA.- Entra.
ENRIQUETA.- Todo no puede haber sido en vano.
AMELIA.- ¿Quieres una copita de jerez?

SILENCIO.

AMELIA.- Enriqueta
ENRIQUETA.- ¿Qué?
AMELIA.- ¿Quieres?
ENRIQUETA.- ¿Qué?
AMELIA.- Una copita de jerez.
ENRIQUETA.- ¿Jerez?
AMELIA.- Una copa.
ENRIQUETA.- ¿Una copa?
AMELIA.- Una copa.

SILENCIO.

ENRIQUETA.- Voy.
AMBAS.- (ENCENDIENDO LA TORTA)
Cumpleaños Feliz,
Te deseamos a ti.
Cumpleaños Gustavo Adolfo.
Cumpleaños Feliz.

CUANDO LAS DOS VAN A SOPLAR UNA MIRA A LA OTRA.

AMELIA.- ¿Quién va a apagar la vela este año?
ENRIQUETA.- Yo. Tú la apagaste el año pasado.
AMELIA.- No; la apagaste tú.
ENRIQUETA.- Amelia.
AMELIA.- Enriqueta, está bien.

LAS DOS SOPLAN A LA VEZ.

OSCURO


FIN.


César Eduardo Rojas Márquez.

1 comentario:

  1. Saludos estimado profesor. En nombre del Teatro Juvenil de Portuguesa, agrupación que funciona en las ciudades de Acarigua y Araure, queremos hacer de su conocimiento que nuestra agrupación pretende escenificar su obra LA H ORA MENGUADA basada en el cuento de Rómulo Gallegos. Nuestra agrupación es un grupo aficionado y sin fines de lucro; y si bien le parece que llevemos a cabo este montajenos gustaría conocer sus impresiones, ecomendaciones o comentarios. De antemano Gracias y mucho más éxito.
    Carinel Rodríguez - Teatro Juvenil de Portuguesa
    carinelrb@gmail.com

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